Chema Alonso, nuevo cargo de la RFEF | Su presente madridista y el mayor hackeo a Telefónica

La Real Federación Española de Fútbol (RFEF) ha anunciado el fichaje de Chema Alonso como asesor de Innovación Tecnológica e Inteligencia Artificial para el Comité Técnico de Árbitros (CTA). Su misión será aplicar sistemas de IA al proceso de selección, evaluación y ascenso de árbitros, con la promesa de aportar más transparencia y objetividad.
Pero su llegada no ha sido precisamente neutral. Más allá de su currículum, su historial de fracasos tecnológicos, su papel en el famoso ciberataque de WannaCry a Telefónica y, más recientemente, su actividad en redes sociales, han encendido las alarmas de muchos aficionados al fútbol, especialmente del FC Barcelona.
Tecnología arbitral con acento polémico
El CTA ha recurrido a Alonso como parte de su intento de modernizar el arbitraje español. Su rol será definir un modelo que, usando inteligencia artificial y análisis de datos, evalúe objetivamente el rendimiento arbitral y elimine sesgos humanos. Una idea que suena bien… sobre el papel.
Sin embargo, las dudas sobre la idoneidad del nombramiento no han tardado en surgir.
Un pasado lleno de promesas incumplidas
Chema Alonso fue durante años el rostro más visible de la innovación en Telefónica. Fundó la división de ciberseguridad ElevenPaths, ocupó el cargo de Chief Data Officer, y lideró proyectos como:
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Aura, un asistente virtual con IA que nunca despegó.
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Movistar Home, un dispositivo para el hogar conectado con ventas marginales.
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Iniciativas como Open Gateway o Kernel, centradas en la explotación de datos y APIs.
A pesar del ruido mediático, muchos de estos desarrollos fracasaron en lo comercial y fueron descontinuados o abandonados tras años de inversión. Con la llegada de Marc Murtra a la presidencia de Telefónica, Chema y su equipo fueron apartados en una reestructuración que priorizó proyectos más rentables y menos “futuristas” (que no lo erán).
El caso WannaCry: ¿responsabilidad directa?
En mayo de 2017, el mundo sufrió uno de los mayores ciberataques globales: WannaCry. Telefónica fue una de las primeras grandes empresas afectadas. Chema Alonso trabajaba allí en ese momento, y aunque no era el responsable directo de la ciberseguridad interna, sí era una de las caras públicas del área.
Este hecho generó críticas duras: muchos vieron en ello una desconexión entre su imagen de experto en seguridad y la realidad de los sistemas de Telefónica. Aunque Alonso defendió públicamente que el ataque no afectó a clientes ni a infraestructuras críticas, su credibilidad se vio seriamente erosionada.
¿Un madridista asesorando árbitros?
Uno de los aspectos más polémicos desde su nombramiento es su actividad en redes sociales, particularmente en Twitter/X, donde Chema Alonso ha mostrado repetidamente simpatía por el Real Madrid y burlas hacia el FC Barcelona. Entre sus publicaciones hay mensajes celebrando victorias madridistas y otras ironizando sobre decisiones arbitrales contra el Barça.
Este hecho ha sido señalado por numerosos aficionados y periodistas deportivos, que cuestionan si una persona con esa parcialidad pública debería estar involucrada en un proceso que afecta directamente a la designación y evaluación de árbitros.
“¿Cómo puede alguien tan abiertamente madridista asesorar al Comité Arbitral?” — se preguntaban varios usuarios en redes sociales tras el anuncio.
Aunque Alonso no tendrá influencia directa en decisiones arbitrales semanales, la percepción de imparcialidad es crítica en un entorno ya de por sí tensionado. Su historial digital puede convertirse en una bomba reputacional para el CTA y para la propia RFEF si no se gestiona adecuadamente.
¿Reinvención o repetición?
Chema Alonso se enfrenta ahora a uno de los desafíos más complejos de su carrera. No se trata solo de tecnología: se trata de credibilidad, confianza y legitimidad. Aplicar IA al arbitraje suena bien, pero hacerlo desde una figura percibida como polarizada y con más fracasos que éxitos recientes podría debilitar aún más la confianza en un sistema arbitral ya puesto en duda.
Conclusión
Innovador para algunos, humo corporativo para otros, Chema Alonso llega a la RFEF como figura disruptiva pero cargada de controversia. Con un pasado salpicado de promesas incumplidas, una implicación indirecta en el ciberataque más notorio de la década y una imagen partidista en redes, su nuevo rol promete más atención mediática que estabilidad técnica.
Solo el tiempo dirá si la IA de Alonso servirá para mejorar el arbitraje español… o si se convertirá en otro capítulo fallido en su historial de proyectos con más ruido que resultados.