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Boca Juniors casi deja mudos a los portugueses en el Mundial

Foto: Boca Juniors

Boca sorprende, juega con coraje y demuestra que los sudamericanos aún dan miedo, pero se despista a balón parado y deja escapar el empate en el último suspiro

Vaya, vaya… parecía que el Boca venía con la artillería pesada. Jugando en Miami, con garra y actitud, el equipo argentino hizo lo impensable: mareó al Benfica durante buena parte del partido. Se adelantó, se puso 2 a 0 arriba, mostró pinta de campeón. Pero claro, como en todo buen drama sudamericano, el final tuvo ese regusto amargo que se queda clavado.

El empate 2 a 2, con gol del veterano Otamendi cuando ya todo se apagaba, fue una de esas vueltas de guion que solo el fútbol sabe escribir. Boca rozó la hazaña, pero tropezó con una piedra que ya conoce bien.

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Arranque europeo, reacción argentina

Los primeros minutos fueron lo que se esperaba. El Benfica, con más oficio y calidad en los pies, tomó el control. Renato Sanches estuvo a punto de abrir la lata con un disparo colocado.

Pero Boca, que juega como esos gladiadores viejos que no entienden lo que es rendirse, aguantó el chaparrón. La defensa se plantó, la confianza subió y de repente, todo cambió. Así, tal cual.

El golazo de Merentiel, tras un caño tremendo del lateral Blanco, levantó a la hinchada y tocó la fibra de los portugueses. Desde ese momento, el equipo de Lisboa perdió el norte.

Boca mordió, apretó y casi noquea

Con el Benfica tambaleando, Boca olió sangre y fue a por más como si estuviera en la Bombonera. No se conformó con el 1 a 0. Quería fiesta. Y la encontró.

En un córner bien lanzado, Ayrton Costa la peinó en el segundo palo y Battaglia, con un cabezazo seco, mandó el balón a guardar. 2 a 0, con carácter, con huevos.

El VAR y la chispa que encendió al Benfica

Cuando parecía que todo estaba controlado, apareció el eterno fantasma sudamericano: la jugada a balón parado. Palacios quiso despejar un córner con todo y se llevó por delante a Otamendi. Golpe feo, el VAR entra en escena, penalti clarísimo.

Di María, con la tranquilidad de siempre, lo transformó en gol. Y el partido cambió otra vez. Boca no estaba mal con la pelota; fue otro lapsus de concentración lo que le costó caro.

Expulsiones, patadas y tensión a flor de piel

Desde ahí, el partido se convirtió en un ring. Belotti, del Benfica, entró con los tacos por delante a Ayrton Costa y vio la roja tras revisión del VAR. Poco después, Figal del Boca le metió una patada dura a Florentino y también se fue antes de tiempo.

Lo que ya era caliente se convirtió en una olla a presión. Y claro, los equipos con experiencia europea saben moverse en este tipo de líos.

Con uno menos pero más cabeza, el Benfica empezó a rodear el área del Boca como un tiburón oliendo sangre. Y en la última jugada, sí, otra vez Otamendi.

Centro al área, se anticipa a todos y cabezazo letal. Gol de defensor argentino… contra su gente.

Boca fue mejor que el Benfica

Si solo viste el resultado, igual te parece que el empate fue justo. Pero si te tragaste los 90 minutos con atención, lo sabes: Boca fue mejor. Marcó más firme, atacó con más decisión, jugó con alma. Solo le faltó el toque final, ese punto de concentración que separa la gloria del “casi”.

Los sudamericanos aún asustan

Desde 2012, ningún sudamericano le gana a un europeo en el Mundial de Clubes. Desde entonces, solo hacen bulto. Pero Boca encendió una lucecita. Demostró que todavía se puede competir de tú a tú. Aunque ojo, el fútbol moderno no perdona despistes. El problema no es la calidad; es la gestión, la infraestructura, el enfoque.

El argentino que salvó al Benfica

No se puede hablar de este partido sin poner el foco donde toca: Otamendi. Se fue al suelo, le dieron una patada en la cara, sufrió penalti, metió el gol del empate. Ese tipo de jugador que uno ama odiar. Fue él quien rescató al Benfica del ridículo.

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¿Y ahora qué?

Con el empate, al Boca le toca bailar con la más fea: el Bayern de Múnich. Casi misión suicida, vamos. El Benfica, por su parte, se mide al flojito Auckland City. En teoría, partido fácil. Pero si algo nos enseñó este partido, es que subestimar en este deporte es cavarse la tumba.

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