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Vinicius

MADRID, SPAIN - OCTOBER 04: Vinicius Junior of Real Madrid CF reacts during the Spanish League, LaLiga EA Sports, football match played between Real Madrid and Villarreal CF at Santiago Bernabeu stadium on October 04, 2025, in Madrid, Spain. (Photo By Oscar J. Barroso/Europa Press via Getty Images)

El Clásico dejó muchas imágenes, pero una de las más comentadas no fue un gol, ni una jugada polémica, ni una parada. Fue la cara de Vinícius Júnior cuando Xabi Alonso decidió sustituirlo. Un gesto de enfado, de incomprensión, de reproche. Una reacción que, aunque parezca menor, dice mucho más de lo que parece. Vinicius es un mal compañero.

Vinícius salió del campo visiblemente molesto, sin mirar al técnico, sin aplaudir a la afición, sin mostrar una mínima empatía hacia sus compañeros. Al principio se marchó al vestuario pero posteriormente se sentó con el gesto torcido, protestando en silencio, mientras el resto del equipo seguía luchando en un partido que aún no estaba decidido. Esa escena, por sí sola, resumió lo que preocupa del brasileño: su incapacidad para anteponer el equipo a su ego.

El fútbol es un deporte colectivo, y en el Real Madrid esa idea está escrita en piedra. Nadie está por encima del grupo, ni siquiera las estrellas. Por eso, ver a un jugador tan importante como Vinícius reaccionar así en un partido de máxima exigencia resulta tan decepcionante. No se trata solo de respeto hacia el entrenador, sino hacia el escudo que representa.

Xabi Alonso, que busca construir un vestuario unido y disciplinado, tiene ahora un reto mayor: hacer entender a Vinícius que el liderazgo no se demuestra con gestos de rabia, sino con compromiso y humildad. El brasileño tiene todo para ser el rostro del proyecto blanco durante la próxima década, pero con actitudes como la de anoche se aleja de ese papel.

Vinicius

Nadie discute su talento. Pero talento sin cabeza se convierte en problema, y un problema que aparece en público —en el Clásico, frente a millones de ojos— se agranda aún más. Esa forma de reaccionar cuando las cosas no salen como él quiere no solo resta autoridad al entrenador, sino que transmite un mensaje peligroso al resto del vestuario: que hay quienes no aceptan las reglas del grupo.

El Real Madrid ha tenido futbolistas con temperamento —Cristiano, Ramos, Pepe—, pero todos entendieron, con el tiempo, que el club está por encima de cualquier gesto personal. Y para quienes no lo entendían, la puerta estaba de salida estaba abierta. Vinícius aún no lo ha aprendido. Y si quiere ser capitán algún día, si quiere ser recordado entre los grandes, deberá empezar por controlar lo que transmite cuando deja el campo. De momento, Vinicius es un mal compañero.

Porque en el fútbol moderno, los gestos pesan tanto como los goles.
Y el del Clásico, Vinícius, fue un gol… en contra.

Autor: Alejandro

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