La plantilla del Madrid asume culpas y arropa a Xabi Alonso

El fútbol moderno exige correr. Es así de simple. Puedes tener una plantilla llena de talento, nombres que imponen y jugadores capaces de decidir un partido en una jugada. Sin embargo, si la actitud no acompaña y la intensidad se pierde por el camino, todo se derrumba. Esta es, ahora mismo, la sensación que recorre Valdebebas. Un pensamiento repetido en charlas internas y también en reflexiones sinceras dentro del vestuario. Y, por eso, el mensaje es claro: este es el rumbo que toca seguir. No hay alternativa.

Durante estos días se ha trazado una línea que nadie quiere volver a cruzar. Se terminó la actitud a la carta. Se acabó lo de correr solo a ratos o únicamente en los grandes escenarios. Ese patrón, tan cómodo como peligroso, ha quedado señalado desde dentro. Varios jugadores lo admiten sin rodeos. Y lo dicen con contundencia: este problema es nuestro, no del entrenador.

Además, la transformación del equipo fue evidente. Aunque el resultado no acompañara, la imagen sí cambió. El equipo remó como no lo había hecho en toda la temporada. Hubo energía, compromiso y un punto de rebeldía que llevaba semanas desaparecido. No obstante, la herida emocional sigue abierta. La derrota frente al Manchester City dejó una marca profunda. Una marca que pesa más de lo que se reconoce públicamente.

Aun así, algunos futbolistas dieron un paso adelante. Salieron a defender al técnico. Lo hicieron igual que Tchouaméni en la previa. Y lo hicieron también para frenar el ruido que rodea al vestuario. Era necesaria una tregua. Aunque nadie sabe cuánto durará.

Las palabras de Courtois lo dejaron claro. El belga, directo como siempre, reconoció que es normal que se critique a un equipo cuando entra en mala racha. Pero, según él, la última actuación demostró que no están muertos. Fue una reacción importante. Asencio reforzó esa idea. Señaló que el vestuario entiende perfectamente el mensaje del míster. Y confirmó que están con él al cien por cien. Además, agregó algo clave: la actitud depende de los jugadores. Y la actitud debe cambiar ya.

Con este apoyo explícito al técnico, la plantilla dio un paso que llevaba tiempo evitando. Se señaló a sí misma. Aceptó su responsabilidad. Por primera vez, el discurso fue directo. Sin excusas.

De hecho, el compromiso se vio sobre el campo. El equipo mostró una versión más reconocible. Una versión que debe convertirse en el punto de partida. Rodrygo lo resumió bien. Salieron frustrados porque la primera parte fue muy buena. Querían empezar fuertes. Lo hicieron.

Ahora algo se ha movido dentro del vestuario. Han decidido unirse. Asumir errores. Y caminar juntos en la misma dirección. Lo repiten sin titubear: están a muerte con el entrenador.

Por eso, el pitido final dejó una imagen silenciosa. Una plantilla dolida. Un grupo mirando a la grada sin entender cómo tanto esfuerzo volvió a quedarse corto. Había frustración. Pero también una certeza. La línea es la correcta. Y esta vez no están dispuestos a desviarse.

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Ivan

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